lunes, 26 de enero de 2015

Me Dueles, Jaime Sabines

Me dueles.
Mansamente, insoportablemente, me dueles.
Toma mi cabeza, córtame el cuello.
Nada queda de mí después de este amor.

Entre los escombros de mi alma búscame,
Escúchame.
En algún sitio mi voz, sobreviviente, llama,
Pide tu asombro,
Tu iluminado silencio.

Atravesando muros, atmósferas, edades,
Tu rostro (tu rostro que parece que fuera cierto)
Viene desde la muerte, desde antes
Del primer día que despertara al mundo.

¡Qué claridad tu rostro, qué ternura
De luz ensimismada,
Qué dibujo de miel sobre hojas de agua!

Amo tus ojos, amo, amo tus ojos.
Soy como el hijo de tus ojos,
Como una gota de tus ojos soy.
Levántame. De entre tus pies levántame, recógeme,
Del suelo, de la sombra que pisas,
Del rincón de tu cuarto que nunca ves en sueños.
Levántame. Porque he caído de tus manos
Y quiero vivir, vivir, vivir.

Lloverás en Tiempo de Lluvia, Jaime Sabines

Lloverás en el tiempo de lluvia,
Harás calor en el verano,
Harás frío en el atardecer.
Volverás a morir otras mil veces.

Florecerás cuando todo florezca.
No eres nada, nadie, madre.

De nosotros quedará la misma huella,
La semilla del viento en el agua,
El esqueleto de las hojas en la tierra.
Sobre las rocas, el tatuaje de las sombras,
En el corazón de los árboles la palabra amor.

No somos nada, nadie, madre.
Es inútil vivir
Pero es más inútil morir.

Las Siluetas, Oscar Wilde

El mar está marcado con unas bandas grises,
El quieto viento muerto desentona
Y como hoja marchita es llevada
La luna por la bahía tormentosa.

Grabado claramente sobre pálida arena
Está el bote negro: un joven marinero
Sube a bordo en gozo distraído
Con el rostro sonriente y mano reluciente.

Y arriba los zarapitos claman
Y por el pasto oscuro meseteño
Van segadores mozos de cuellos brunos,
Cual si fueran siluetas contra el cielo.

¿Deseas Que Te Amen?, Edgar Allan Poe

¿Deseas que te amen? No pierdas, pues,
El rumbo de tu corazón.
Sólo aquello que eres has de ser
Y aquello que no eres, no.
Así, en el mundo, tu modo sutil,
Tu gracia, tu bellísimo ser,
Serán objeto de elogio sin fin
Y el amor... un sencillo deber.

Los Amantes, Julio Cortázar

¿Quién los ve andar por la ciudad
Si todos están ciegos?
Ellos se toman de la mano: algo habla
Entre sus dedos, lenguas dulces
Lamen la húmeda palma, corren por las falanges,
Y arriba está la noche llena de ojos.

Son los amantes, su isla flota a la deriva
Hacia muertes de césped, hacia puertos
Que se abren entre sábanas.
Todo se desordena a través de ellos,
Todo encuentra su cifra escamoteada;
Pero ellos ni siquiera saben
Que mientras ruedan en su amarga arena
Hay una pausa en la obra de la nada,
El tigre es un jardín que juega.

Amanece en los carros de basura,
Empiezan a salir los ciegos,
El ministerio abre sus puertas.
Los amantes rendidos se miran y se tocan
Una vez más antes de oler el día.

Ya están vestidos, ya se van por la calle.
Y es sólo entonces
Cuando están muertos, cuando están vestidos,
Que la ciudad los recupera hipócrita
Y les impone los deberes cotidianos.

La Lenta Maquina del Desamor, Julio Cortázar

      La lenta máquina del desamor,
      Los engranajes del reflujo,
      Los cuerpos que abandonan las almohadas,
      Las sábanas, los besos,
      Y de pie ante el espejo interrogándose
      Cada uno a sí mismo,
      Ya no mirándose entre ellos,
      Ya no desnudos para el otro,
      Ya no te amo,
      Mi amor.