martes, 25 de marzo de 2014

A los ojos tristes hay que hacerles menos preguntas y darles más abrazos.

A veces me pongo a pensar cuántas personas estarán tristes detrás de esa gran sonrisa. 
Y siempre son muchas. 

No estoy diciendo que todos los que sonríen están mintiendo. 
Pero hay veces en que sonreímos y ni siquiera nos damos cuenta de qué está pasando en el interior. 

Hay personas que prefieren mil veces fingir una sonrisa a contar por qué están tristes. 
Estoy dentro de ese número de personas. 

Y siempre es bueno abrazar a quién está triste. 
Un abrazo arregla un corazón roto, 
un problema familiar, 
una dificultad en la escuela. 

Los abrazos son mágicos. 

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